El yo poético que se expresa en una obra no se confunde ciertamente con la persona del autor de ésta y el poeta de Sebastián en sueños, como ya ha observado la crítica, escribe una poesía "impersonal": en la poética de Trakl la "forma universal" habla mejor al lector que la forma "estrechamente personal"; pero eso no supone que la poesía no refiera, por ocultos caminos, a la experiencia íntima que el poeta, un ser humano entre otros, tiene del mundo. La experiencia vital de Trakl, preñada de angustia y sentimiento de culpa; el vivo sentimiento de decadencia y derrumbe de un mundo familiar; la vida alucinada por la que duramente avanzó, las drogas, el alcohol, la relación incestuosa con su hermana trazan invisibles líneas o surcos, versos ya en buena cuenta, a los que la mano del poeta imprimirá en la escritura del poema una forma y un sentido universal.
Georg Trakl (1887-1914) no sólo cifra en su obra poética las tendencias esenciales de lo que sólo después de su temprana muerte vino a llamarse en el mundo germánico Expressionismus, el movimiento poético sin duda más importante que se ha dado en Occidente después del romanticismo: encarna sobre todo de manera sobrecogedora la conciencia del fin, la visión del más sangriento de los crepúsculos en el umbral de este siglo alumbrado entre los estragos de una guerra por primera vez mundial. Se podría decir pues que el gran poeta austriaco es un vate en la acepción más clásica del término.