En Albergue a cualquier hora, título de advocación gongorina, Ángel Pariente recoge una amplia muestra de su poesía publicada e inédita. Algunos de estos poemas escritos entre 1966 y 2004 hablan de viajes, de lugares que abren la puerta del misterio a los ojos asombrados. De calles bulliciosas y de parajes solitarios, de lugares donde aún existe esa atmósfera sutil donde todo es posible: la quebrada esquina de una angosta calle, la madrugada de una ciudad envuelta en niebla, el mar y «el silencio amistoso de la luna». Y de lecturas en soledad que no son lecturas solitarias. Y de los viejos asnos aunque el poeta quiere ser el dueño y no el esclavo de la memoria.