JULIÁN DEL CASAL (La Habana, 1863-1893) es un gran poeta que muchos lectores de nuestra lengua aún no han descubierto. Iniciador del Modernismo en la poesía hispánica (casi a la vez que Martí, Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva y Darío), creó por su cuenta un mundo imaginario de exquisita y apasionada sensualidad, influyendo poderosamente en los poetas posteriores. Sin embargo, al tiempo que Casal construía y fortalecía estas grandes devociones, iba siendo consciente de las limitaciones de todo ese mundo imaginario que él oponía al ambiente colonial de su ciudad. Él constataba, con tanto o mayor dramatismo que otros modernistas posteriores, la fragilidad del Arte y de la Poesía cuando lo que se busca es superar para siempre la estrechez de la existencia, de modo que sólo la fe propiamente religiosa es lo que aflora en su obra –si bien con una notable vaguedad de sentimientos y de ideas– cuando todas las construcciones humanas parecen desmoronarse. El mérito de esta poesía, además de la novedad que supuso para su tiempo, reside en haber construido un mundo imaginario casi sublime y, a la vez, apto para transmitirnos la dolorosa intimidad del poeta con una extraña vibración emocional. De manera que, a través de estos poemas, llegamos a conocer de tú a tú a un hombre siempre insatisfecho que supo sacar del Arte y de la Poesía el máximo partido para superar sus personales traumas y la estrechez cultural del mundo que lo rodeaba. En sólo tres libros (Hojas al viento, Nieve y Bustos y Rimas), de los que aquí se ofrece una amplia muestra, Casal se ha convertido en una poeta indispensable y en un confidente privilegiado para nuestros momentos de mayor desconsuelo existencial. C. J. M.