Ricardo Defarges es un poeta perteneciente a la generación de 1950 (los poetas que publicaron por primera vez al principio de los años sesenta suelen incluirse en la generación de 1950, para que no haya confusión con los «novísimos»; la fecha de nacimiento –1933– es otro factor determinante). La poesía de Defarges se puede dividir en dos etapas: la de juventud, de carácter escueto, lo que se refleja en la versificación adoptada; se trata de poemas sencillos, en que el desarrollo adquiere en cierto modo forma de canción, que expresa un dolor contenido y sobrio; y la etapa de madurez, con poemas más complejos, apareciendo el «culturalismo» y hasta el poema filosófico. Hay más variedad de temas. Aparece, tras el pesimismo innato en Defarges, el amor humano. En Antología (1960-2004) se recogen estas dos primeras etapas. En 2008 Defarges publicó La cima vieja, a los 75 años, y en situación de discapacidad. Este nuevo libro de 2010, Muere al nacer el Día, tiene análogas características (nueva profundidad y dramatismo), pero no del todo. Es tal vez más rico y variado. Hay, junto a poemas de estructura más tradicional, otros que mezclan la pura poesía, el ensayo y la narración. Posiblemente se deba ello a la moderna atenuación de las fronteras de los géneros literarios, fenómeno que ya intuyeron Azorín (en Castilla) y Gimferrer (en su Dietari). Pero el que el poema se enriquezca participando de otros géneros literarios, no le impide, a juicio del autor, seguir siendo poesía. Al contrario, puede serlo todavía más. Las dos vertientes que se divisan desde el nuevo libro son lógicamente las mismas que en La cima vieja. Pero, por extraña paradoja, y pese a la edad, esta vez la vertiente que da a la vida es más clara y dilatada que la otra.