La triste historia de tu cuerpo sobre el mío está compuesto por cuatro partes. Por orden: Agua y Aceite, luna nueva. Tenía Nombre, luna llena. Parque Temático, cuarto menguante. Y, por último, La Caducidad del Paraíso, cuarto creciente. Es importante acabar así, con, me atreveré a pensarlo, esperanza. Sus poemas hablan de las prisas de hoy, de las dudas de siempre, de historias eternas que acaban, sin que importe tanto el culpable. De descubrir con dolor que el culpable es uno mismo, del defecto y la culpa por ello, pero también de la oportunidad que nos brinda de ser auténticos y crecer. Habla de territorios afectivos y territorios sociales, del deseo de mejorar y del deseo carnal, de la dificultad de tener verdad y comprensión entre dos, y por extensión, de la tristemente lejana justicia social. Hay aquí poemas en los que no se sabe si es invierno o verano, pero se siente lo desapacible. Otros que nos hacen ver que el destino son siempre nuestras ganas. Muchos que nos harán reconocernos, entre avergonzados y agradecidos. Perdonados. Son poemas que al hablar de un hombre hablan de todos, porque este hombre tiene la capacidad de serlos todos, tal es su empatía. Llora si te ve llorar, se descojona contigo si te ríes. Pregunten por ahí.