Pedro Calderón de la Barca es, sin duda, el buque insignia del teatro escrito en español, pero sus piezas dramáticas están, también, acribilladas de auténtica poesía, una de las más altas de su tiempo. Esta es la primera vez que se ofrece la posibilidad de viajar cómodamente por esa altísima poesía, pues no existe en el mercado ninguna antología de Calderón como poeta. La selección que propone este volumen aspira a que el lector entre en contacto con el fabuloso mundo poético calderoniano, dotado de una gran intensidad lírica y de una originalidad fuera de lo común. Más allá del espíritu contrarreformista y del omnipresente motivo del honor, don Pedro es un poeta fresco, vivaz, cristalino, moderno, tan íntimo como el Shakespeare de los Sonnets y tan chispeante en su utillaje metafórico como el Góngora de los mejores momentos. Un poeta que asiste a la fiesta del amor con un temblor de vida que nos redime y una alegría que nos salva, y un poeta que, al mismo tiempo, es capaz de transmitirnos como nadie el vacío de esa fiesta y de todas las fiestas humanas, la horripilante vanitas que ilustra lo que de verdad somos.
La mejor poesía de Pedro Calderón de la Barca no se encuentra en sus pocos poemas sueltos, sino en los versos que pueblan su producción dramática, riquísima en valores poéticos. Nacido en 1600 y fallecido en 1681, la obra de Calderón cubre buena parte del siglo XVII y representa a la perfección los valores de nuestra literatura áurea en su cenit, tanto en la técnica dramática como en la impecable y perturbadora factura de sus versos. Acercarse a su poesía es trabar contacto con un mundo retórico en el que lo humano se muestra en toda su plenitud, desde los sentimientos más sofisticados a las más borrascosas pasiones. Todo ello templado en el yunque de la excelsitud literaria, con la música inimitable y personalísima que emana de la voz poética de don Pedro, única y señera entre todas las de la centuria barroca.
Ha sido un poeta, Luis Alberto de Cuenca, autor, entre otros libros, de La caja de plata (Renacimiento, 1985) y Cuaderno de vacaciones (Visor, 2014), quien ha rescatado al Calderón poeta del olvido para confeccionar esta antología, única en su género y lista para seducir, por su modernidad ucrónica, a los lectores del siglo XXI.