EL HIJO DE LA FILOXERA no es un manual de enología, aunque transpire el aroma del vino, ni la crónica escrupulosa de unos hechos históricos, aunque sea fiel a ellos. Es una novela de hombres y mujeres comunes, nacidos entre cepas y barricas, cuya existencia estuvo marcada por la plaga de la filoxera y la guerra de Cuba. Sus vidas simbolizan el espíritu de una época en la que los sueños se labraban con los pies pegados a la tierra. Junto a ellos, con las bodegas de Haro como telón de fondo, entramos en el mundo del vino, conocemos los secretos de su elaboración, asistimos al avance de una plaga contra la que no existe remedio, presenciamos las revueltas populares de fin de siglo y contemplamos anonadados el azaroso destino al que conducen sus pasos. Las ilusiones, tropiezos, aciertos y fracasos de los personajes nos emocionan porque se parecen a los nuestros.