Cuando el caudal del río se desborda, algo tendrá que ver la naturaleza o la mano del hombre.
Cuando se «desborda» la agresividad en el niño-adolescente-joven, algo tendrá que ver el «hombre» para que esta agresividad emerja con tanta fuerza y a tan tierna edad.
Por ello, sin dilación alguna, la sociedad debería replantearse «qué tarea han hecho mal», sin auto-engañarse y de frente. Asumiendo cada cual su responsabilidad. Padres, profesores, poder legislativo.
Padres
Debemos recuperar su fi gura y presencia, no sólo física, sino en el ejercicio de padres. Con dedicación, empleando el tiempo necesario.
Asumir en primera persona la educación del niño de la que somos los únicos responsables. Respaldar al profesor en la relación con el alumno antes que desautorizarlo. A su vez, recordarles que la tarea
prioritaria del profesor es enseñar antes que educar.
Profesores
Al igual que con los padres, es necesario recuperar su fi gura, que ocupe el lugar que le corresponde antes que «diluirse» entre los niños.
Es el profesor, no uno más de la clase. Es necesario dotarlo con las «cuatro patas» en el desempeño de su función: autoridad, autonomía, credibilidad, respaldo a su figura.
Poder legislativo
Proteger al más débil no sólo es una tarea moral, sino humana. Pero convertir al niño en «intocable» es otorgarle un poder desproporcionado, cuyo fin será, en general, más perjudicial que educativo y benefi -
cioso.