El origen de este opúsculo es un deber de memoria hacia los anónimos héroes republicanos de los que poco se habla. Uno de ellos fue mi tío, Miguel Clemente Cervantes (Vera 1905 - Val d’Uxó 1938). Era el mayor de los ocho hijos que tuvieron mis abuelos. Miguel era ebanista, nunca se casó: su amor fue la República de la que fue ferviente defensor desde su inicio.
El 18 de julio de 1936 Miguel se encuentra casualmente en Madrid en el momento de la sublevación militar fascista, orquestada por Franco. Al día siguiente se presenta como voluntario para defender a la República y se integra en uno de los batallones de milicianos para la defensa de Madrid, en la Casa de Campo, integrado en la 75 Brigada Mixta. Aquí entró en la Escuela Militar Popular de la que salió con el grado de teniente. Miguel creía en los valores de la República, que continuaban inculcándose a los soldados en pleno frente de guerra: la cultura, la solidaridad, el respeto del individuo, del medio ambiente... Él mismo completó su formación en los talleres culturales que se organizaban entre combate y combate.
Estuvo en el frente de la Casa de Campo hasta principios del 38. En la primavera de ese año, la 75 Brigada Mixta partió hacia el frente de Levante para reforzar el dispositivo que debía impedir el avance de las tropas fascistas hacia Cataluña.
Murió el 31 de diciembre de 1938, heroicamente, defendiendo, a la numantina, la posición del Castillo de Val d’Uxó junto con otros 200 soldados de su batallón. Murieron todos frente al feroz avance de las tropas mercenarias moras. Allí se encuentran sus cenizas.