Soledad Becerril fue una de las veintiuna mujeres elegidas diputadas en las elecciones generales de 1977, en un Congreso donde había 350 escaños; fue la primera mujer nombrada ministra, de Cultura, en un Gobierno de la monarquía parlamentaria en 1981; fue, también, la primera mujer elegida alcaldesa de Sevilla, en 1995, ciudad a la que dedica páginas conmovedoras, y la primera mujer defensora del Pueblo, en 2012. Diputada en seis legislaturas, senadora en una, a veces en la oposición y otras veces con la mayoría ganadora, llegó a la política antes de cumplir los treinta años con el afán de tomar parte en los hechos y decisiones que permitieron alcanzar la democracia y el deseo de priorizar siempre la transigencia, el diálogo y la concordia. En este libro recoge sus recuerdos de una larga etapa que empieza a comienzos de la década de 1970 y acaba a mediados de 2017. A lo largo de una gran parte de los años que rememora, la presencia de la mujer en la vida pública era casi inexistente, por lo que la actividad que llevó a cabo y su figura fueron seguidas con una atención inusitada y muy crítica. Este libro está dedicado a los jóvenes para que valoren cómo se ha llegado a un Estado democrático y de derecho, y comprendan que este reciente capítulo de nuestra historia es uno de los que acaba bien. Y a las mujeres, que hoy lo tienen todavía difícil, para que el legado y el trabajo de personas como Soledad Becerril valga para que sean tratadas con respeto, igualdad y sin discriminación.