Desde la pitada al Rey en la inauguración del Estadio Olímpico en el ’88, poco a poco el nacionalismo ejecutó su programa para ocupar todos los espacios económicos y sociales hasta conseguir su objetivo final: la independencia. Pero, ¿por qué millones de catalanes no nacionalistas permanecieron en silencio hasta el 8 de octubre de 2017? Pues porque aquél que no se adaptaba era condenado al ostracismo y porque aquellos que se atrevían a levantar la voz eran señalados y tachados de fascistas. La ostentación del poder y la capacidad de influencia social derivada del ejercicio del poder perenne por parte del nacionalismo llevó a la sociedad catalana no nacionalista al silencio como forma de supervivencia.
Este libro cuenta la historia de una cesión constante hasta la reacción imprevista, imprevista tanto por aquellos que creían ser parte de «un sol poble» como por los que siempre vieron las tímidas, pero cada vez más crecientes protestas ante las evidencias de los atropellos nacionalistas, como una osadía inaceptable.