La justicia social en educación está siendo puesta en cuestión por
políticas globales que han considerado la gestión de expertos y la
utilidad económica por encima de los fines sociales y del bienestar
común. En un contexto neoliberal, los sistemas educativos se convierten
en empresas que compiten en las cuales el conocimiento
supone una inversión económica y una preparación para el mundo
del trabajo.
¿Están agotados los modelos educativos? ¿Es todavía posible una
escuela que se preocupe por conseguir la equidad, el pensamiento
crítico y la libertad de conciencia?
Este libro enfrenta los planteamientos de políticas y reformas educativas
globales cuyo objetivo es la rentabilidad, la eficacia y el control
de la educación con un proyecto colectivo y democrático para
educar a la ciudadanía desde una concepción republicana, con
igualdad política y cívica. Para ello, de una forma sencilla y utilizando
ejemplos de distintas leyes educativas, como la LOMCE, recorre
esta dialéctica abordando desde los objetivos de la educación en
un mundo diverso, la finalidad de educar en sociedades globalizadas,
qué cabe enseñar en la sociedad del conocimiento o cómo se
enseña bajo modelos educativos de homogeneización y mercantilización
cultural, hasta la profesión docente, sus condiciones de
trabajo y su formación.
La educación no se puede concebir como un mero servicio, inversión
o mercancía, ni las políticas deben avivar la competencia entre
los centros o entre las familias para que sus hijos consigan un mejor
trabajo. La educación es un valor en sí mismo que genera individuos
libres y sociedades más democráticas: es pensamiento, política
y educación, nunca competencias, gestión y entrenamiento.