Las historias del antiguo Israel se han centrado en los grandes personajes (patriarcas, reyes, profetas), pero apenas han tenido en cuenta las estructuras sociales que condicionaban la vida de todo el pueblo.
La historia social se encuentra íntimamente conectada con la teología, pues según la concepción judeocristiana, Dios se ha revelado a sí mismo a través de acontecimientos históricos. Por este motivo la interpretación teológica de los textos bíblicos debe tener en cuenta el entorno social de aquellas personas que los produjeron y fueron las primeras en recibirlos.
Tras aplicar los métodos de la historia social a la del antiguo Israel, el autor invita a acompañarle desde los primeros testimonios de algo llamado «Israel» hasta la época helenística, pasando por el tiempo de los patriarcas, la monarquía, los exilios y las deportaciones. En cada época se destacan aquellos elementos clave que configuran las estructuras y relaciones sociales: el papel de los gobernantes, el templo y la Torá, los contrastes y la estratificación social.
Cuando las nuevas investigaciones sobre el antiguo Israel han cuestionado de manera decisiva los modelos clásicos, ha llegado la hora de ofrecer una historia renovada y concorde con los descubrimientos.