Los mecanismos de construcción social de la desmemoria colectiva, el silencio, el miedo y el olvido que impuso la dictadura aún se pueden percibir en las páginas de los libros de texto. En especial, en los temas a los que no se suele llegar o por los que, a veces, se pasa de puntillas. Hoy en día, el resurgimiento y auge del fascismo ha alentado a partidos conservadores y neoliberales a unirse a esos postulados negacionistas y a acusar de "adoctrinamiento" o de "reabrir viejas heridas" a quien pretende recuperar la memoria histórica. Quienes se consideran herederos de la dictadura franquista impulsan denuncias y sospechas contra la escuela pública y sus profesionales. Es el mundo al revés. No podemos olvidar que la utilidad del conocimiento sobre el pasado es el aprendizaje colectivo para que no se vuelva a repetir la barbarie. La democracia tiene el deber de fomentar el acceso a este conocimiento histórico, porque es la única garantía de adquisición de criterios propios y hace a la ciudadanía más sabia y, por lo tanto, más libre. De ahí qu