Julian está cansado de ocultar su soledad a los demás. El excéntrico anciano escribe sus verdaderos sentimientos desde su alma y deja el cuaderno en un pequeño café. Allí lo encuentra Monica, la dueña. Conmovida por la historia de Julian, decide rastrearlo para ayudarlo. Y ella registra sus propias preocupaciones y deseos en el librito, sin darse cuenta del poder curativo que hay en estas pequeñas confesiones: A medida que el cuaderno avanza, los seis buscadores se convierten en un círculo de amigos. El café de Monica será su segundo hogar, y la propia Monica tendrá mucha suerte allí ...