Estos personajes, igual que los de anteriores trabajos, son mis héroes. Lo son desde que descubres sus hazañas testimoniadas en fotografías en blanco y negro, y lo son aún más, después de haberlos conocido con el paso del tiempo cuando te confían una juventud intensa de velocidad, de cronómetro y de herramientas. Tengo una propensión a leer y a meterme en la vida de la gente, donde por lo visto las motos y la mecánica tienen algo que ver. Una Impala de 1966 me convirtió en lmpalero, condición que ejerzo desde hace ya treinta y dos años (y a lo que me referí como una de las mejores versiones en que puede transforo marse un motorista) y que no es cualquier cosa. En mi caso, por fortuna, es una manera de funcionar compartida, donde el depósito rojo crea una complicidad en su entorno que hace que nunca viajes solo, ni por carretera, ni por este itinerario de amistades y de héroes que he pretendido conectar en este trabajo. Este libro es un taller de utillajes compartidos. Entrar y utilizar la experiencia de la Impala. Y a la vez, constatar que esto·de la Impala es una aventura que difícilmente tiene fin.