Nadie puede saber lo que me pasa…
No puedo hablar con nadie de lo que siento.
Ni qué arde en mi interior cuando lo miro.
Ni por qué desde que lo vi, soy presa de sus ojos verdes.
Lo que oculto, es nuestro secreto…
El secreto de que al caer la noche, mi hermanastro se cuela en mi cuarto, para besarme hasta perder el aliento y para descubrirme los placeres del sexo…
Si alguien lo sabe, si alguien lo sospecha, será nuestra condena.
Al fin y al cabo el peso de mi silencio, es mi castigo por jugar con fuego.