Frente a las impresiones de un viajero Valeri nos ofrece desde los emblemáticos y archiconocidos lugares de la ciudad de Venecia una visión que solo alguien que haya deambulado entre el magnífico laberinto es capaz de transmitir: «una felicidad fuera del tiempo; un sentimiento de la vida tan lleno y sosegado, que nos lleva sobre la vida; suficiente para hacernos fantasear que, si pudiéramos ver durante toda la eternidad, desde debajo de las Procuratie Nuove, los cincuenta arcos y las doscientas ventanas de las Vecchie, y la Torre dell?Orologio que las remata o, girando la vista, el ángulo del Palacio Ducal con la Porta della Carta, no tendríamos, durante toda la eternidad, nada más que desear.»Y también esa Venecia tan personal, a la que en los libros apenas si se le ha prestado atención, de las tiendas y de los gatos, del invierno y del otoño; de Goldoni y las delicias de la Brenta, que se complementa con el recuerdo infantil de Padua y sus Colinas Eugáneas, colmado de constantes referencias literarias tan amadas por el profesor y poeta que fue Diego Valeri.lipe García Quintero