Hay momentos que te paran en seco y te dejan respirar. El tiempo se desacelera. Los movimientos quedan suspendidos en el aire. La sofocante bulla ajena, por un instante, se transmite en silencio, como si alguien girara la perilla del mundo hacia la izquierda. Momentos como cuando suena el canto de un ave. Un canto tan triste, tan desinhibido, tan conmovedor. Te permites brevemente escucharlo por doloroso que sea. Estás en paz.Canciones de una urraca simboliza esa pausa. Después de años negando su trastorno bipolar, la autora se permite escuchar por primera vez el canto melancólico del ave y, en vez de rechazarlo, a través del verso, baila de la mano con la tristeza. Canciones de una urraca simboliza ese respiro.gua y oscura periodista de sucesos, un viejo dandi, unos detectives del pasado, un investigador taciturno que colecciona libros firmados, una mujer de pálpitos astrológicos. Pueblos, billares, hoteles, incendios, manicomios, la noche del ajedrecista, una cena en un restaurante chino, callejones sin salidaà Una historia que se contará una y otra vez, varios escenarios que se convierten en un único esce