A un inesperado hallazgo arqueológico, acaecido en el quiosco sito al pie del templo inacabado de Segesta (camino a Trapani, en Sicilia) en junio de 2005 —entre cuyos anaqueles conservábase un ejemplar de la primera edición de esta obra (Sellerio, 2003)—, y al muy oportuno recordatorio de una joven siciliana de libresco linaje, Giulia Lo Monaco, debemos la edición de esta inédita joya en estos predios del sabio y contumaz grafómano y editor de Racalmuto —que ya en vida quiso editar con el título Las solapas de la memoria (en ocurrente alusión a una de sus propias coleccio - nes: La memoria)—. A aquella primorosa edición añadió Salvatore Silvano Nigro en 2019 nuevos documentos: es este un libro de crónicas breves confinadas a las solapas, las cuartas de forros, los marcapáginas, los catálogos, las consignas para vendedores, «tan exiguas y tan completas» a un tiempo; paratextos todos enhebrados con exquisita concisión que hacen de estos brevísimos ensayos las credenciales imprescindibles para aproximarnos a la biografía de los libros seleccionados por tan discreto apologeta. «Sciascia reinventó el espacio y la práctica del trabajo editorial. Hizo de las limitaciones impuestas por la estrechez de la página y de la imprescindible rapidez, […] la ocasión para una escritura sobriamente prensil y de gran estilo en sus inconfundibles giros rítmicos.»
Se ofrece, pues, en esta antología un retrato inédito del Sciascia editor —mas también del escritor, toda vez que, como sostuviera otro insigne editor y escritor, Roberto Calasso («Solapa de solapas», La marca del editor, Anagrama, 2014), editor, para más señas, de las obras completas del propio Sciascia en Adelphi: «los paratextos son un género literario» de instrumental importancia para obrar el encantamiento y propiciar la seducción instantánea del lector—. Una arqueología, en suma, del paladar de un editor que, semblanza a semblanza, acaso inadvertidamente, irá trazando una cartografía literaria de sus rescates, al tiempo que una involuntaria autobiografía del gusto dispersa entre tantas lecturas.
Como acertadamente sostiene Nigro, el libro puede también leerse de otro modo: como el relato, en capítulos miniaturizados, de la historia de una empresa editorial —auspiciada por la pasión por la literatura de Sciascia—, que se publicó con motivo del trigésimo aniversario de la muerte del escritor y del quincuagésimo de la fundación de la editorial, mas también como un emocionado recuerdo al acierto del felizmente fértil matrimonio de Enzo y Elvira Sellerio