Victor Klemperer acuñó en un influyente libro una sigla latina triple (LTI, Lingua Tertii Imperii) para referirse al lenguaje del Tercer Reich; a cómo los nazis manipulaban el idioma alemán, torturaban sus palabras, transformaban sus significados, para convertir la lengua en un esclavo más; en un soldado más al servicio del Reich de los mil años. El totalitarismo, cualquier sistema totalitario, busca siempre, también, victorias semánticas; neolenguas que deslicen sus valores en el centro mismo del habla de las masas. Rodrigo Llopis diserta, en este libro singular, sobre cómo esa no es una historia pasada, felizmente superada, sino que
hoy mismo habitamos un totalitarismo mercantilista que ha acuñado su propia Lingua Capitalismi Neoliberalis. Una «jerga gerencial», pergeñada en los talleres del marketing empresarial, y que coloniza ya la política, cuyo objetivo es «extirparle al lenguaje toda conflictividad, para que, al principio en nuestros lugares de trabajo y más tarde en nuestra vida entera, naturalicemos nuestra subordinación social»; que florezca en nosotros «una identificación simbólica positiva con los intereses del capital». No diga usted trabajador: diga colaborador. No diga «tarea suplementaria no remunerada», sino misión. No salario, sino gratificación. No «tarea fastidiosa y pesada», sino desafío. No despida a sus trabajadores: proporcióneles la ocasión de una «nueva aventura». Dulcifique usted, con vocablos amables, la sórdida explotación manchesteriana de un precariado desasistido, atomizado, solipsista, al que le hurte, de ese y otros modos, la posibilidad de un combate por cambiar el mundo de base. El hispanofrancés Llopis habla desde la experiencia personal de un movimiento social, en primer lugar, contra este hurto idiomático; y proclama —con Valente, con Gamoneda...— la necesidad de la poesía, arma cargada de futuro; poesía rebelde que recupere la capacidad de «disputar los términos y el sentido contra esta colonización liberal de la palabra, en una batalla sin cuartel, por el lenguaje, el sentir y la verdad».