Antonia Scott es especial. Muy especial. No es policía ni criminóloga. Nunca llevó un arma o una insignia y, sin embargo, resolvió docenas de casos criminales. Antes de parar todo. Desde un trágico accidente, Antonia se ha refugiado en un apartamento vacío y solo quiere una cosa: que la dejen en paz. Fue sin contar al inspector Jon Gutiérrez. Encargado de ponerla de nuevo en servicio, logra convencerla de que estudie un último caso, el de un asesino sin escrúpulos que ataca a los herederos de las mayores fortunas de España. ¿Su particularidad? El hombre no parece motivado ni por el atractivo de la ganancia ni por el placer de matar.