Decía Kurt Diemberger que «las montañas se suben dos veces, una con el piolet y otra con la pluma». En estos relatos el autor lo hace bastantes más; tantas como las pueda haber soñado.
Veintitrés historias donde cohabitan protagonistas legendarios con héroes locales. La seriedad y el dramatismo con el humor negro. El lenguaje poético, empapado del lirismo de las montañas y el paisaje, con el canalla, casi tabernario. Conviven relatos breves con textos largos y voluntad de novela. Grandes epopeyas con humildes experiencias. Primeros pasos y últimos. Historias pretéritas, presentes y futuras. Tienen algo en común: ponen a las personas y su actividad en el centro de la mirada.
Esta obra, finalista de la XXIV edición del Premio Desnivel de Literatura, habla de cumbres pero también de océanos insondables, de abismos nevados, ríos embravecidos y paisajes infinitos. De empeños y naufragios. De los anhelos que alimentan, cada día, el espíritu de quienes necesitan la naturaleza y los espacios abiertos. Como nos descubriera el legendario alpinista Ramón Portilla —autor del prólogo— de todo lo que está «al filo de lo imposible».
Vidas cotidianas, tan distintas entre sí y a la vez con un nexo común: las ganas de salirse del camino trillado, dibujado, recorriendo relatos que nos recuerdan nuestra razón de ser. Una manera, tal vez la única, de vivir.