Una historia brillante y poderosa como un talismán, que tiene el don de curar todas las heridas. Incluidos los del alma. Negro medianoche con un toque de luna, índigo que sabe a arándanos, amarillo del durazno maduro justo antes de que se caiga de la rama: Mio sabe elegir y nombrar todos los colores del mundo. Aprendió el arte de los detalles invisibles viendo bailar la aguja y el hilo en los kimonos de novia, y ahora los colores son su alfabeto, su varita mágica, su mirada secreta. Aoi, en cambio, acompaña a las personas en el día más oscuro: prepara a los que se van y, del mismo modo, también a los que se quedan. Conoce los gestos y los silencios del cuidado. Al principio parece un amor perfecto, el encanto de quien descubre un lenguaje común para mirar más allá de las cosas. Pero su encuentro no sucedió por casualidad.