Vivimos en una época de conexión constante.
Pero nunca hemos estado tan solos.
Nos pasamos el día frente a la pantalla del móvil o del ordenador y, paradójicamente, hacemos todo lo posible por ocultar los momentos en los que nos sentimos solos. Sin embargo, no se trata de que la soledad sea triste, sino de si nosotros la interpretamos así...
En realidad, la soledad es un arma muy poderosa con la que todo el mundo debería contar. Nos permite enfrentarnos a nuestro yo más profundo a través de la práctica de la introspección y de la lectura. Por eso, cuando aprendemos a estar solos, aprendemos a ser mejores con los demás y con nosotros mismos, a dejar atrás lo que no nos gusta y a centrarnos en lo que de verdad nos hace felices.