Escribir un buen libro, íntimo, sincero y coherente con el escritor, es como desnudarse interiormente para la humanidad;
corazón y tripas salen reflejadas en sus textos. Es una forma más íntima de llorar o reírle a la vida, algo digno de valientes, que se atreven a compartir lo más sagrado de uno mismo para sus lectores.
En la mili, un compañero terapeuta dijo la palabra «vibrar» y, enseguida, empecé a creer en la magia. Para mí vibrar es mover desde dentro, dar vida a lo de fuera. En la naturaleza, todo vibra: materia, plantas, animales y humanos; es una energía de vida inmensa, semejante a una gran sinfonía vital, de la que nosotros, los humanos, formamos parte. En la forma de las grandes colectividades humanas, lo llamamos folclore.
En este libro, uno la pasión romántica de la poesía y la más inocente y pura lógica; especialmente hacia la naturaleza y las civilizaciones de la antigüedad. Obra que escribí en tres fases: a) intuición, b) lógica y c) estilo. No es un libro académico de sociología, pero hace reflexionar sobre la realidad individual y colectiva, que se vive y padece en la actualidad.