Como un río incansable, armonioso, dueño de ecos y de resplandores, fluyen las palabras que incendian y vuelan. En pocos poetas se combina con audaz acierto el encabalgamiento vigoroso, fluido, y la reunión de imágenes despiertas, inquietas, que atienden la flora y las pasiones, los animales y las cotidianidades, como en la poesía de Ida Vitale.