La familia es la unidad básica de organización social. Resulta fundamental en la labor de sociabilización y educación, así como en la transmisión de valores, tanto en buena parte de las sociedades del pasado como en la actualidad. ¿Cuál fue el modelo más extendido en la Antigüedad? La pregunta es compleja y ha suscitado grandes debates. En esta publicación nos centraremos en una de las múltiples formas de organización familiar que convivieron en esta época: las familias monoparentales. Podemos definirlas como aquellas en las que la crianza o el cuidado de la descendencia se lleva a cabo sin la presencia de uno de los dos progenitores. Esta situación puede ser de carácter temporal o permanente, y estar caracterizada por una serie de factores, entre los que destacamos: los condicionantes impuestos por el marco jurídico, la redefinición de las relaciones intrafamiliares o la necesidad de recurrir a redes de apoyo y amortiguadores sociales.
A la hora de rescatar y analizar estas familias se ha recurrido a diversas fuentes para comprender las realidades a las que se enfrentaban sus integrantes. Para ello se ha hecho uso también de una serie de herramientas analíticas que permiten reflexionar sobre este fenómeno a partir de distintas perspectivas, como pueden ser la interseccionalidad (que atiende al género, la edad, la condición jurídica o el estatus socioeconómico), la agencia y la resistencia o la dependencia y la vulnerabilidad. A pesar de la innegable existencia de modelos normativos, las contribuciones aquí recogidas presentan un escenario plural en el que las familias monoparentales constituyeron una parte significativa de la realidad social.