Oviedo, junio de 1750. Tras una larga tormenta aparece en una de sus anegadas calles el cadáver de un desconocido. La autoridad competente, con la colaboración extraoficial del confidente Corrales, un hombre poco escrupuloso en sus procedimientos pero con fama de resolutivo, se hace cargo de una investigación que irá desvelando un espeso entramado de oscuros intereses, enconadas rencillas y vicios secretos. Una extensa nómina de personajes de toda laya, pertenecientes a diferentes estamentos sociales, incluidos algunas eminentes figuras de la época como el padre Feijoo, el doctor Casal o el regente Gil de Jaz, juegan su papel en esta novela de intriga con alma de crónica negra, en la que la ciudad se erige, con sus luces y sus sombras, en la auténtica protagonista. En esta novela se dan cita damas de alta alcurnia y amantes libertinas, crápulas de toda condición, contrabandistas de libros prohibidos, fiscales y alguaciles, hombres entregados en sus gabinetes oficiales y otros al vicio en tugurios de mala reputación. Una atmósfera cargada de contrastes donde Jorge Ordaz, a modo de estampas populares, nos rega