El género epistolar ha perdido totalmente su naturalidad con la llegada de la era digital, sin embargo, hasta no hace mucho tiempo la correspondencia era una fuente de información, una manera de comunicarse durante las ausencia y los viajes y, en algunos casos, incluso una fuente de literatura. Así pues, toda misiva es, potencialmente, un texto de viajes –nuestra especialidad– dependiendo del lugar donde uno se encuentre.
Fiodor Dostoievski, agobiado por las deudas y los conflictos familiares, se ve obligado a abandonar Rusia e instalarse en Dresde con su esposa, Anna Grigorievna. Una vez allí, Dostoievski se traslada a Hamburgo donde transcurre una de las etapas más oscuras de su vida debido a su pasión por el juego. Esta pasión no duraría toda la vida, pero nos remite siempre a uno de sus novelas más célebres: El Jugador, gracias a la cual, curiosamente, conoció a Anna Grigorievna.
Esta selección de cartas se ha hecho primando el equilibrio entre aquellas en las que la pareja estaba separada a causa de sus viajes y, como no, por su importancia en referencia a las obras que Dostoievski escribía en aquellos momentos.