En esta pequeña novela compuesta por pequeños párrafos, Claudel nos ofrece la visión del mundo carcelario desde su experiencia como profesor de los reclusos. En ella nos cuenta su relación con los presos y con los funcionarios de prisiones; sus reflexiones profundas y casi filosóficas sobre la diferencia entre estar dentro y fuera de la cárcel. Su testimonio da la palabra, con una enorme sensibilidad y respeto, así como con un gran realismo, a los hombres y mujeres prisioneros por diferentes circunstancias de la vida dentro de las paredes de la cárcel. Claudel no juzga, su mirada es la de un observador que asiste a una cruel y dura realidad sin hacer un drama y siempre tintada por su humor negro característico. Nos hace reír, llorar, y también meditar acerca de la esencia de la libertad, con un estilo ágil, conciso y directo.