De Irún a Santiago de Compostela, el Camino del Norte discurre en paralelo a la costa cantábrica. Para muchos peregrinos representa una alternativa al concurrido Camino Francés, si bien su variedad paisajística no les deja indiferentes. Se despliegan imponentes acantilados, bahías, playas de olas surferas y apacibles rías con olor a salitre. En las asperidades rocosas surgen bosques y praderas llenos de paz. Pero tampoco faltan los pueblos pesqueros con encanto, los cabos vigorosos, las pequeñas aldeas y caserones insólitos. En contrapartida, son 873 km con más de 13.000 m de desnivel acumulado: es un camino exigente y rompepiernas, que hay que merecer.