Esta novela narra la historia de Brynhild Størset, una inmigrante noruega que se convertirá en Belle Gunness cuando llegue al Medio Oeste americano a finales del siglo XIX. Bajo ese nombre se conocerá a la asesina en serie más famosa de la historia de Estados Unidos. A pesar de que no todos sus crímenes están probados, la leyenda dice que mató a unos cincuenta hombres, entre ellos dos maridos, unos treinta trabajadores de su granja y al menos una docena a los que conoció a través de anuncios por palabras. Gunness asesinó también a sus cinco hijos biológicos, a una niña adoptada y, posiblemente, a las dos hijas de su segundo marido. Victoria Kielland podría haber hecho una novela de terror o un thriller al uso con esta tremenda historia, pero en su lugar ofrece una novela tan poética y bella como desasosegante y oscura. Kielland se acerca a la protagonista desde una tercera persona focalizada en ella: en su extraña percepción de la realidad, su deseo desbordante y voraz, sus inseguridades, su dolor psíquico, su soledad, su necesidad de sentir. Es una voz que hipnotiza y que se sirve de potentes y originales metáforas visuales para reflejar la mente distorsionada de Bella. Estamos ante una extraña forma de narrar que provoca incertidumbre y desasosiego, y que, por eso mismo, atrapa. Mis hombres no cuenta los crímenes de Belle Gunness, sino que imagina, basándose en los pocos datos existentes, una subjetividad dañada y que daña hasta extremos inimaginables, sin entrar en el juicio moral ni la búsqueda de explicaciones. Leer esta forma de representar el mal resulta inquietante, extraño, incómodo y, al mismo tiempo, liberador.