Con la muerte de Franco, la arquitectura española salió de su letargo aislacionista y se adscribió a las corrientes internacionales imperantes, pero siempre incorporando los rasgos especiales de una tradición rica y al mismo tiempo ensimismada. Son muchos los arquitectos españoles que desde entonces se han labrado una trayectoria de renombre internacional -desde Rafael Moneo y Enric Miralles hasta las nuevas generaciones, como RCR y Tuñón + Mansilla-, pero más importante aún es el sustrato de pequeños estudios preocupados por la calidad arquitectónica que en estos años han ido surgiendo por todo el país.
Alejado de los focos tradicionales de la arquitectura española -Madrid y Barcelona-, el despacho sevillano MGM Arquitectos destaca entre estas nuevas hornadas de la arquitectura española, añadiendo al sustrato del buen hacer cierta condición periférica. Su destacado trabajo con las pieles y los materiales no se limita a una cuestión meramente epidérmica, sino que arropa y contiene toda una serie de espacios intermedios, que no son ni exterior ni interior, que dan un valor añadido tanto a los edificios de viviendas como a los públicos y que, a su vez, retoman toda una tradición de espacios intermedios propios de la arquitectura andaluza.